Ya sabes que en contadas ocasiones he escrito un artículo de opinión en el Abestruth y, posiblemente, me esté cavando mi propia tumba mediática tras la lectura de estas líneas, pero es que si no lo digo, reviento.
Hay dos series de la Fox que están ganando muchos enteros entre la televidencia española a través de Cuatroº y de La Sexta: House y Me llamo Earl, destacando notablemente en audiencia la primera.
Pues bien, estableciendo una comparativa entre ambos personajes, he de pronunciarme a favor del señor Earl Hickey y en absoluto detrimento del doctor Gregory House y, antes de que mi exigente PUÑOlinkista se me arroje al cuello, procedo a explicar tamaña conclusión.
El doctor House es un tipo bien desagradable. Incapaz de amar a ninguna mujer, de mantener una amistad, de tratar bien a sus empleados y ni siquiera a sus pacientes. Pero es respetado y admirado tanto dentro de la serie como fuera, por el público. Es decir, que esta suerte de señor Scrooge, de Gargamel, de enano gruñón provisto de todas las características de una mala persona de manual, obtiene el beneplácito de los demás porque es bueno en su trabajo. Y no en un trabajo cualquiera: posiblemente un Greg House barrendero, conductor del moto-caca o dependiente del Burriquín, por mucho que desarrollara dicha actividad de manera excelente, no sería objeto de admiración como lo es por ser médico. Con todo lo que representa: status social, económico, profesional. Y a pesar de todo ello, se ha convertido en modelo de conducta. ¡Un tipo incapaz de amar a los demás! Pero es admirable su alta capacidad de corrosión, su incisividad, su brillante antipatía.
Por el contrario, tenemos a Earl Hickey: un desecho social feo, barrigudo, sin afeitar, que vivía en un trailer park y actualmente en un motel barato, que ha dedicado su vida entera a la destrucción, el robo, el saqueo, la mentira, la extorsión, el abuso, la humillación. Pero (y éste es el pero más importante de todo este rollo), iluminado por un talk-show de segunda fila, decide dar un giro a su vida y enmendar todo el mal que ha producido, debido a un erróneo concepto sobre el karma. Acompañado de su inseparable hermano medio idiota, Earl procura reparar entuertos, conseguir trabajos, regalar años de vida ayudando a dejar de fumar, motivar para alcanzar metas por absurdas que parezcan, convencer a madres obsesivas para que respeten la decisión sobre el futuro propio de sus hijas, reconciliar a padres borrachos con sus hijas, encontrar objetos perdidos, procurar que la gente se sienta realizada y, en fin, repartir amor y fraternidad entre todo el mundo, ya sea un policía con mal humor o un ratero pestilente con menos moral que un alcalde de extrarradio. Y todo ello con la misma incorrección política que el médico más borde, rico y famoso de la tele.
En este mundo sobran Gregs Houses y faltan muchos, muchísimos Earls Hickeys.
En esta tienda de cómics australiana hay un buen puñado de cubiertas de mi tebeo favorito de todos los tiempos. Por cierto, éste es el primero que leí del Juez Dredd.
Este tipo hace unos apuntes buenísimos. Rebusca en los archivos, tiene cosas muy chulas.
Dave Curd tiene un nosequé que qué se yo.
Las Tijuana Bibles eran unos pequeños comics pornográficos de 10 x 15 cm que se popularizaron en los USA entre los años 20 y los años 60, muchos de ellos parodiando a las estrellas del mainstream del tebeo. Aquí hay una buena cantidad de ellas.
¿Cómo puede hacerse música ahora y que parezca de antes pero sin dejar de parecer de ahora? No intentes resolver la paradoja, escucha a los Detroit Cobras:
Stupidity
Hey Sailor
Nate Williams hace cosas un poco raras pero bonitas.
Buenísima. Si te despiertas con esto todos los días, igual consigues llegar al trabajo con la sonrisa puesta todavía. Eso, o te conviertes en una suerte de Dick van Dyke.
La letra tampoco tiene desperdicio alguno. ¡Bo ba do ba do do doob!
Sí, pudiente PUÑOlinkista, este año estamos nominados a los premios 20Blogs tanto este insigne blog como el del Cretino. Así que ha llegado el momento de hacer campaña y solicitarte un voto diario (¡biba la democracia!) para ambos espacios. Puedo prometer y prometo que, tanto en caso de ganar como de perder, seguiré posteando la basura habitual que caracteriza a este santo espacio y que a tí tanto te gusta.
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